Venezuela a través de los ojos de una niña en los 90, Parte I


Era un tranquilo y soleado domingo de mayo, de esos con brisa fresca y con sabor a siesta. Al fondo resonaban canciones de Rocío Durcal, Juan Gabriel o Simón Díaz -El tío Simón-, mientras de esa casa se desprendía un suculento olor a parrilla. Las voces animadas de los presentes se hacían escuchar por encima de la música y de los gritos alegres de los niños que corrían de un lado al otro jugando y descubriendo el mundo. Era una familia feliz y unida en un país feliz. Eran primos y hermanos jugando libres y contentos, se le sumaban los ladridos emocionados de un Pastor Alemán que también quería jugar. A duras penas así de linda pude describir las tardes apacibles en la casa de mi abuela, allá en El Limón, una casa recibida por un camino de palmeras y un jardín digno del País de las Maravillas.  


No existían selfies, sólo fotos grupales en familia y con amigos, porque cuando se reunía la familia era para eso: para compartir juntos olvidando el mundo entero. Para nosotros los niños, los juegos en el teléfono eran sustituidos por Zapatito Cochinito y la adrenalina e incertidumbre de jugar el escondite en una casa enorme y con cientos de lugares donde ocultarse, para luego salir corriendo como si la vida nos dependiera de ello hacia la safe zone marcada por todos los primos en acalorado consenso. 


Ése es mi recuerdo, casi puedo olerlo y disfrutarlo otra vez, en la Venezuela de antaño, ésa que lamentablemente ya no volverá. Ésa que todos extrañamos y por la que muchos han dado hasta su vida para recuperar.


PD: Sí, ésa de allí soy yo, de Caperucita, en la casa de mi abuela en El Limón, Maracay, Edo. Aragua.

Comentarios

  1. Wow así fue mi niñez, que tiempos :( reuniones de familia, todos los primos jugando, todos felices!!

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