Review: Mi experiencia haciendo sueños realidad

Siempre me cuestan los títulos: Ello significa resumir toda una historia en apenas unas pocas palabras, que a su vez llamen tanto la atención, que logres captar el interés de tus lectores. 

De hecho, siempre comienzo a escribir dejando el título de último.

Esta vez quise guardar un viaje no sólo en mi memoria sino en la de todos ustedes, quizás para que vivan mis recuerdos o quizás para que se animen a realizar el viaje de sus sueños (y si ya lo hicieron, pueden contarme sus historias por aquí, siempre es emocionante imaginarse la felicidad y la experiencia de los demás mientras cumplen viajes soñados).

Todo surgió de la nada, una noche de junio, leyendo la devastadora noticia de que HIM, mi banda favorita desde los 13 años, se iba a separar. Yo nunca los había visto tocar en vivo, y me había prometido a mí misma, hace muchos años, que algún día, por vieja que fuese, los iba a ver en carne y hueso.

Inmediatamente busqué en qué lugar del mundo darían su última gira, a ver si por algún milagro, irían a pisar suelos que no fuesen europeos (son una banda finlandesa), donde un pasaje de avión me costaría más de $900.


florida


finnish bad
La banda que siempre quise ver en vivo en mi juventud


Mientras buscaba rápida y ansiosamente en Google cuáles serían sus paradas y las fechas de gira, mis ojos se detuvieron en "5/11/17 Orlando-Florida". Me quedé pensando un rato en cuáles serían mis escasas posibilidades de viajar en noviembre a Estados Unidos. Lo pensé honestamente como por media hora, y en esa media hora ya estaba resolviendo cómo comprar un ticket al concierto.

Las entradas estaban en pre-venta y había que descargar una app (Live Nation) para comprarlas. Intenté bajarla desde mi PlayStore, pero, ¡sorpresa! ¡estás en Panamá y no puedes bajar una app de Estados Unidos! (¡qué ridiculez!), me desesperé, le pedí ayuda a una amiga que siempre me saca de apuros en cuestiones tecnológicas y finalmente pude bajarla por medio de un .API ¡Voilà!

Luego de un par de intentos fallidos en la transacción del ticket, tenía en mi correo mi flamante entrada para el House of Blues de Orlando, el 5 de noviembre del 2017 a las 7PM, HIM BANG & WHIMPER TOUR. Sentía que me moría de la felicidad. ¡Era el primer paso! ¿Y ahora qué?

Al día siguiente, tanto odiaba el trabajo que tenía en ese momento (más específicamente, no odiaba mi trabajo, odiaba mi irrespetuoso jefe), que la felicidad de haber comprado el ticket la noche anterior, se esfumó y comenzaron a inundarme pensamientos de desaliento y el típico: "Perdí $50 por haber comprado una entrada a un concierto al que no podré ir, en un impulso alocado, ¡qué tonta!"

Pasaron los días atareados y volví a recordar con felicidad que tenía un ticket de concierto comprado y que tenía que comenzar a ahorrar y planificar un viaje a Estados Unidos. He estado en Canadá, Italia, México, Perú, entre otros, ¡pero jamás había pisado USA!

Así que, haciendo uso de lo único bueno que tiene la diáspora venezolana en estos momentos, le escribí a un viejo amigo que vive en Miami para que me ayudase a planificar mi viaje. En el camino me encontré con que tengo un buen amigo que me dijo: "¡Perfecto! ¡Agarraré vacaciones también para que pasemos esos días conociendo y también vayamos a Orlando al concierto!" (Así es que necesito amigos aquí en Panamá, que para todo es un "pero").

Me metí a estudiar los precios de los boletos a Miami por varios días, hasta que conseguí un buen precio en Despegar.com. A pesar de que la fecha en que los compré (junio) estaba bastante distante de la del viaje (noviembre), los boletos no salieron tan baratos como pensaba, así que me puse estricta a la hora de ahorrar.

Pasaron las semanas y planeamos cuidadosamente el trip, calculando costos, pre-alquilamos un carro para viajar hasta Orlando y busqué un buen precio en un buen hotel, decidí que al estar en Orlando, tan cerca del mundo de Harry Potter, tenía que hacer una parada en Universal Studios Orlando. Apunté el gasto del parque, porque era un costo adicional importante, pero que valdría la pena: al fin y al cabo, se estaba sumando otro sueño de mi niñez para hacerse realidad. Crecí devorándome los 7 libros del mundo de J.K Rowling, así como las películas y todo lo que tuviese que ver con el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.

Siguieron pasando los meses, y nos manteníamos planeando día por día el itinerario para sacarle el máximo provecho a los pocos días que pasaría en Miami y Orlando. Al final, sacamos Plan A, Plan B y plan C para cada día, por si acaso. Mientras tanto, yo seguía mi plan de ahorro cuidadosamente.

Ya para mediados de octubre por fin decidí sacar mi ESTA (solicitud de ingreso a los Estados Unidos porque tengo pasaporte Italiano y no necesito VISA), así que pasé con mucha ansiedad los siguientes 3 días que uno dura en saber si está aprobada o no tu solicitud. 

Una vez aprobada, ya estaba lista para soñar todos los días con la llegada del viaje amado. Comencé a escuchar todos los discos de HIM para ir al trabajo (cambié de trabajo en el proceso), y así se pasaron los días hasta que por fin llegó la hora.

Viajé con la aerolínea Delta, fueron vuelos tranquilos, la única objeción, además de que tuve que hacer escala en Atlanta y luego devolverme a Miami (?), fue que precisamente, en ese vuelo de Atlanta a Miami, el avión tenía poco espacio para el equipaje de mano, y me mandaron a enviar mi maleta de mano en la de equipaje regular. Por todo lo demás, la comida estuvo buena y las películas en los screens eran bastante variadas. (El avión que tomé hacia Panamá fue un Boeing 737 y estaba en buen estado, limpio y los asientos cómodos.)

Finalmente llegué a Fort Lauderdale, al aeropuerto de Hollywood y allí me estaba esperando mi compañero de este viaje, un amigo que tengo desde los 12 años, y que en realidad parece mi hermano, porque las peleas nuestras son casi como las que él tiene con su hermana de verdad, a la que también llamo hermana.

Como ambos nos moríamos de hambre, decidimos ir hasta Chili's en Aventura. En el ínterin, como nunca había pisado Estados Unidos, y vengo prácticamente de dos terceros mundos, me encantó Miami y su ajetreada vida con sus asfaltos limpios, amplios y exóticos automóviles desfilando en el tráfico pesado. La verdad es que recuerdo Italia con autos más chics en colores sobrios por sus calles, y la comparo con Miami con su obsesión de sobresalir como sea: deportivos naranjas, verde manzana y amarillos.

No sé si era por la emoción, por el hambre o porque de verdad estaban muy buenas, pero las Crispy Cheddar Bites de Chili's fueron el appetizer frito más delicioso que probé en Florida. (Voy a ver cómo hago para encontrarlas o aunque sea imitarlas aquí en Panamá)

Después caminamos por Aventura Mall (que se me pareció mucho a Soho Mall de aquí de Panamá, pero 10 veces más grande), paramos para hacer un pequeño mercado de indispensables ¡y a dormir se ha dicho! -Cabe acotar que hubo un guest muy especial en mi viaje que se llama Dude, un Labrador dorado muy grande y amigable, que se convirtió en el centro de las sonrisas en mi estancia en Miami-

Al día siguiente, de acuerdo el itinerario que habíamos estado planeando desde hace 3 meses, concordamos con que lo mejor sería ir a Sawgrass Mills Mall de compras y luego a comer. Hicimos un almuerzo/cena en The Cheescake Factory, en donde todo estuvo delicioso y fue un struggle elegir un solo plato, porque hay demasiadas opciones y todas se ven absolutamente deliciosas. (En esta parada, mi hermana Flavia me reprendió por no haber probado los cheescakes del restaurante, que son, obviamente, su especialidad).

La próxima parada era el Museum of Discovery and Science, donde fuimos a ver una película y encontrarnos con algunos amigos en el cine con la pantalla iMax más grande de toda Florida. Si tienen la oportunidad de ir, vayan. La experiencia, el sonido y sobretodo la pantalla, son excepcionales. (Eso sí, por favor escojan asientos en la última fila, porque de lo contrario, saldrán con torticollis)

Salimos a dar un paseo nocturno por el boulevard Las Olas, que particularmente tiene ese je ne sais quoi que me encantó. Son sus callecitas entre tranquilas y animadas por un ambiente festivo y a su vez relajado, de ese tipo de bares con mucho rock y canciones de épocas pasadas, (nada que ver con la salsa, el reggaeton, la bachata) ¡Encontré mi lugar en el mundo!


Nos decidimos por un bar -en este preciso momento me están averiguando el nombre del mismo, porque no lo anoté- en el que nada más entrar, ya te sientes en el mood. Un traguito y a bailar al ritmo de canciones de los 80’s. Estuvimos sólo un ratito, pero lo disfruté un mundo.

Seguimos nuestro camino y comenzó una inesperada lluvia nocturna, así que nos refugiamos bajo el techo de la Florida Atlantic University esperando que pasara el agua. Contrario a lo que pensábamos, la lluvia no aminoró el ambiente festivo de un viernes por la noche: pasaban chicas en cortas falditas corriendo bajo la lluvia, gritando y riendo sin parar.

Una vez menguó un poco la lluvia, paramos en el Royal Pig Pub, donde algunos de los presentes comieron, y yo cometí el error de pedir un appetizer sin darme cuenta que eran papas fritas con un poquito de queso, que la verdad no estaban muy buenas, aunque el ambiente del bar y sus instalaciones hicieron que valiera la pena estar allí de todas maneras.


Caminamos un poco más esa noche, y decidimos entrar un rato al Original Fat Cat’s, donde estaba tocando en vivo un grupo bastante bueno. De allí seguimos el rumbo, admirando esas callecitas ya decoradas con luces navideñas y surgió la idea repentina de pasar por Scarlett’s (así tacharía de mi checklist el haber visitado uno de esos lugares tan particulares). Ahora sé qué hacen los hombres con sus amigos cuando se van “de birras”. (¡Jajaja!)

Y así acaba mi segundo día en terreno estadounidense, llegamos a casa, acaricio a Dude que nos recibe moviendo la cola, ladrando feliz, ¡y a dormir!


El día en Miami amanece bastante nublado, y nos recibe a nuestra salida con una lluvia intermitente. Fuimos a retirar el carro que habíamos alquilado hace unos 4 meses, desayunamos en Aventura y ya predecíamos que la lluvia nos haría cambiar, lamentablemente, nuestros planes de visitar al Vizcaya Museum, por el plan de visitar el Pérez Art Museum Miami. Pasamos unas interesantes horas descubriendo sus obras, algunas interactivas y bastante peculiares. Una que nos gustó bastante fue la exposición de Haroon Mirza: Acidgest.

Al salir, hacía un sol despampanante, así que nos fuimos a visitar el barrio de los Wynwood Walls. Una experiencia sin pérdida alguna. Su vibrante colorido te envuelve desde que pones un pie en la zona. La historia es bastante cautivante: era un barrio en decadencia sumido en drogas y violencia, hasta que logró convertirse en una referencia mundial de arte vanguardista. La vista se pierde entre el colorido, las galerías, las antigüedades, los detalles, ¡hasta el piso lleva arte escrito en él!.

Wynwood Walls

Estuvimos andando a nuestro criterio por unas dos horas allí, con un sol radiante, para luego irnos a comer unas deliciosas y gigantescas hamburguesas en Rok: Brgr. Elijas la hamburguesa que elijas, vas a quedar tan feliz y lleno como quedé yo. Te lo aseguro.

Próxima parada: Sunny Isles Beach. Una playa tan bonita y tan tranquila, que me provocó sentarme en la arena a hacer yoga con el grupo de personas que estaban allí en sus mats, acompañados por el viento frío y marino de la playa, disfrutando del rosado atardecer mientras saludaban al sol. (Surya Namaskar)

Así terminan mis días en Miami: Con una sensación de paz y tranquilidad.

Al día siguiente, vuelvo a hacer mis maletas, me despido de Dude -con tristeza-, porque tenemos una próxima parada: ¡Orlando! Yasssss.



Nos tomó aproximadamente 4 horas viajar de Miami a Orlando y ya para ese entonces, mi ansiedad estaba desbordándose como la espuma: por fin había llegado el momento de ver a mi amada banda tocar en vivo. -Aunque para ser honesta, los dos días anteriores había olvidado completamente que la razón del viaje era ver a la banda, quizás la sola emoción de viajar y conocer sitios nuevos, ya era todo mi motto.-

Llegué al Hotel Crown Club en Orlando, para hacer el check-in y cambiarme rápidamente, porque había leído en el Instagram de House of Blues que ya habían personas haciendo la fila para entrar primeros al concierto. (¡Era inconcebible para mí, que fuese el primer -y último- concierto al que iba a ir y tuviese que estar lejos de la tarima! ¡no, no, no!)

En el camino a Disney Springs, que es donde queda House of Blues, me di cuenta que las distancias en Florida son enormes, que tener un carro es una necesidad y no un privilegio, porque desde el hotel donde me estaba quedando hasta Disney Springs, fueron casi unos 40min sin tráfico (era un domingo en la tarde).

Mientras todavía vas en la carretera, te recibe una grandiosa entrada con Mickey y Minnie Mouse, que reza “Walt Disney World: Where Dreams Come True”, nada más certero que su slogan. Allí iba, a cumplir uno de mis tantos sueños.

Llegamos a Disney Springs a eso de las 4:30PM y ya había una fila larga de personas sentadas a las afueras del House of Blues, esperando ansiosas, como yo, a que el show comenzara. No sabía qué disfrutar más en ese momento: si las personas que llevaban tatuado el Heartagram, ¡como yo!, y la euforia de que en pocas horas los vería en vivo, o si disfrutar la hermosa vista que tenía alrededor. Era una especie de pequeña ciudad donde todo era mágico, adondequiera que voltease, había una atracción maravillosa, con un sabor ochentero, eso sí. Había un lago inmenso, había un globo aerostático que flotaba en el aire, tranquilo, había un atardecer hermoso, había música de fondo en todo el sitio, y habían botes en forma de carros de la época de los 70s paseando en el agua. ¡Todo era mágico y maravilloso! ¡Me sentía flotando en un mar de felicidad!

Disney Springs

La espera acabó y por fin comenzamos a entrar, poco a poco, al afamado House of Blues. Entré decidida a colarme entre el montón de gente hasta estar lo más pegada al escenario posible, y gracias a Dios, mi contextura bastante delgada me permitió colarme por los huecos de personas y llegar lo más cerca que pude. Allí me quedé, struggling entre la multitud que también tenía muchas ansias de gozar una vista privilegiada.

El show comenzó con 3Teeth, nunca había escuchado de ellos, pero ahora que los vi en vivo, me parecieron una excelente banda, con un sonido vibrante de Metal Industrial. Rockeé varias de sus canciones, y se llevaron su buena parte de aplausos por mi parte y por la parte del público. Entre tanto y tanto, Linde de la banda HIM, se asomaba por la ventana de los vestidores y nosotros los fans, nos volvíamos un poquito más locos por la emoción.

Siguió CKY, que honestamente, y a gusto de cada quien, no me gustó para nada. Sé que a la multitud les encantó, pero yo estaba muy ansiosa por que terminasen su media hora de canciones para ver a HIM.

Una vez terminadas sus canciones, siguieron los 20 o 25 minutos más eternos de mi vida en los que veía cómo la multitud se iba encendiendo un poco más cada segundo, hasta que, de repente, estaban ahí, los 5 hombres que más deseaba ver en la faz de la tierra, tocando magistralmente sus instrumentos, rodeados de una muchedumbre enardecida. Comenzaron su set tocando Buried Alive By Love, y yo por supuesto, no podía estar más feliz: salté, grité, volví a gritar como fangirl y no me importó nada.

Ville Valo flirteaba de vez en cuando con el público y estaba muy, MUY pendiente de cómo sonaban en vivo. Constantemente mandaba a bajar o subir el volumen de ciertos instrumentos y sonreía y hacía sus muecas sexys, como cuando daba sus primeros conciertos (los que vi todos por YouTube, obviamente). Siguieron con un par de temas como Heartache Every Moment, The Sacrament, Bleed Well… entre muchas otras, en las 2 horas más estupendas de mi vida. El sonido fue espectacular, la guitarra, el bajo, el teclado, la batería y la voz de Ville Valo estuvieron brutales. (De hecho me preocupaba que no sonaran como siempre los escuché en mis CDs, pero esa duda quedó disipada desde el primer segundo en que se montaron a tocar.)


HIM Bang and Whimper Tour Orlando FL

En cierto momento, pararon por un breve instante para agradecer a todos los que estábamos allí, y la voz de alguno de los presentes en el público resonó por encima de los gritos, con una pregunta, una que todos nos hacíamos al mismo tiempo: “¿Cuáles son tus próximos proyectos?”... Valo escuchó, se rió y dijo: “No entendí muy bien la pregunta, voy a tener que saltarla”. Todos nos reímos. Al parecer, ni él sabe lo que hará en un futuro, pero todos esperamos que sea la misma maravilla que con HIM.

La euforia siguió por una hora más, y, sin previo aviso: Adiós, se fueron, they were gone with the sin. Su tema de cierre fue Rebel Yell, y así como se fueron, así me quedé yo: flotando entre una alegría infinita, una nostalgia excesiva y una tristeza que rompe el corazón. Fueron demasiados años deseando ir a un concierto, haciendo pijamadas con mi mejor amiga de la época mientras vagábamos en Youtube, viendo entrevista tras entrevista, conciertos, vídeos, soñando que Ville Valo fuese nuestro novio (sí, todo eso a los 14 años), comprando sus CDs y hasta haciéndome un tattoo en su honor. De hecho, toda persona que me conoce muy bien, conoce la banda gracias a mí, o al menos, ve un Heartagram en alguna parte y se acordará de mí. (Jeh)

Había acabado una etapa, pero la noche no. ¡La noche era joven aún! Así que salimos de House of Blues para encontrarme con un Disney Springs completamente distinto a como lo había dejado en la tarde: ¡ahora lucía fascinante! Lleno de luces y bares animados, restaurantes y personas paseando. Ninguno de los dos había almorzado, así que mi compañero de viaje y yo decidimos emprender la búsqueda de un buen restaurante donde cenar. Mientras caminaba, yo estaba segura, muy segura, que estaba flotando en las nubes. Y sí, ésa era la felicidad.

Mientras buscábamos el restaurante, se nos atravesó convenientemente la idea de montarnos en un globo aerostático, ese que habíamos visto en la tarde. Nos miramos las caras y dijimos: “Why not?”

Momento siguiente, estábamos esperando para montarnos en el globo, que venía bajando a los pasajeros de ese viaje. Mientras estuvimos esperando, nadie más decidió montarse, así que el globo aerostático sería sólo para nosotros dos… ¡y el piloto, por supuesto!

Subimos al globo, tuvimos una maravillosa vista de Disney Springs desde los cielos, pudimos ver el Cirque Du Soleil, el inmenso lago, y disfrutar de un agradable paseo por las nubes, total, ya yo me sentía en las nubes.

Al bajar a tierra de nuevo, seguimos en nuestra búsqueda del restaurante, que tuvo que mermar al encontrarnos con que la mayoría estaban cerrados, y sólo quedaban los bares. Nuestra elección para cenar y tomar unos tragos fue Raglan Road Irish Pub, ¡y vaya elección!



Un grupo de dos irlandeses tocaban en vivo música irlandesa (¡obvio!), animando muy bien la noche. Pedimos un Fish & Chips con salsa tártara, el plato en general estaba delicioso y yo pedí un trago de Bailey's Shake que estuvo riquísimo.

Salí exhausta pero contenta, había pasado la noche de mi vida, y mañana me tocaba llevar a cabo otro sueño: ¡Universal Studios!

La mañana del día antes de mi regreso a Panamá amaneció nublada y fría, así como mi corazón, que ya se estaba empezando a dar cuenta que en unas 24 horas tendría que volver a la realidad, desinflada como un globo. 

Desayuné en el Hotel Crown Club, un desayuno que no me hizo ni feliz ni triste, sólo cumplió con su objetivo. Era un menú bastante reducido de chorizo, tortillas de huevo, jugo de naranja o de manzana y bagels.

La próxima parada era Universal Studios Orlando, a unos 40 o 45 minutos del hotel donde me estaba quedando. Mientras íbamos en camino, el sol comenzó a salir hasta que hizo un día radiante. Llegamos y comenzamos un recorrido fantástico hacia las aventuras que nos esperaban en el parque. Compramos cada uno un Express Pass para ir más rápido por todo el parque, sin hacer colas. La verdad es que valió lo que costó: en casi ninguna atracción tuvimos que hacer filas, y pasábamos a la gente con una sonrisa en la cara.

Como todavía tenía sueño por haberme trasnochado la noche anterior, decidí que para que se me quitase la pereza, la primera parada sería la montaña rusa de Hulk: error. Se me había olvidado lo miedosa que era para estas cosas, y César, mi compañero de viajes, hizo que nos montáramos en los primeros puestos del carro. Bueno, no sé para qué, si pasé todo el recorrido con los ojos cerrados, deseando con todas mis fuerzas que acabara ya, y que no me saliera de la silla. (¡Jajajaja!)

Le siguió un simulador de Spider Man, el cual estuvo bastante bien, aunque salí mareada. (De hecho, no recuerdo una sola vez que no hubiese salido mareada de alguna de las atracciones en las que me monté. ¡Pero no importaba nada porque estaba en Universal!)

Caminar por el parque es toda una experiencia religiosa, toda su arquitectura está diseñada para animarte y cautivarte; los simuladores, las tiendas, los restaurantes, ¡todo! Llegamos, por fin, al mundo de Harry Potter, e inevitablemente, volví a ser una niña, recorriendo las callecitas, visitando las tienditas muy bien ambientadas al estilo de los libros, me subí al simulador de Gringotts, vi al dragón ciego echar fuego en pleno callejón, visité las tiendas de Borgin y Burkes, en el callejón Knockturn (que era un callejón sin salida frío, oscuro y misterioso, justo como en el libro), vi por dentro la tienda de los Sortilegios Weasley, deleitándome con cada detalle de las instalaciones, dejando fluir la magia misma del lugar.


Por supuesto que probé la Cerveza de Mantequilla, visité Hogwarts y entré en la tienda de lechuzas de Harry Potter. ¡Un día maravilloso! Mientras caminábamos ya alejándonos del mundo mágico del niño que vivió, un encuestador de la NBC se nos acercó a ofrecernos una Gift Card de $20 por quedarnos media hora calificando una serie (ya no recuerdo si era Chicago PD o Chicago Justice), a lo que aceptamos, y, honestamente, no sé si fue el sueño que revivió en mí al tener que esperar sin hacer nada por 20min, o si fueron los mareos acumulados de los simuladores, o si fue todo junto, pero mi calificación de la serie, y de la retentiva que tuve (intentaron vendernos una marca de camioneta también en la misma encuesta), fue totalmente cero.

Salí feliz a gastarme mi Gift Card de $20 en una camiseta de Lisa Simpson. Comenzó a oscurecer y aún nos faltaba un parque por recorrer, así que fuimos derecho a las atracciones: ¡Jurassic Park! Fue el recorrido que más me gustó de todo el parque, quizás porque era de noche, hacía frío, nos tocó el parque para nosotros solos y le dio el toque de realismo que necesitaba, con neblina, aguas tranquilas, dinosaurios apacibles hasta que...¡depredador a la vista! A lo que se le suma un gran SPLASH y un susto al pensar que vas a morir ahogada en el recorrido. ¡Eeeehh me encantó!




Salimos empapados, con frío del recorrido, pero casi casi quería repetirlo. Nos secamos en una aplicación que dispensa calor a todo el cuerpo, que tienen muy convenientemente allí, y que cuesta $5 para utilizarlo.

Y como todo lo bueno tiene un final, el final de mi viaje acaba así, con un agradable sabor a: ¡lo logré! ¡Cumplí mi viaje soñado!. Regresé a Panamá con muchos aprendizajes: Primero y principal, uno nunca olvida su esencia. Sólo se vive una vez, cumple tus viajes amados sin importar qué, ten por seguro que estarás haciendo lo correcto, no tengas hijos mientras estés joven y sin matrimonio, y mientras no tengas hijos, ¡viaja todo lo que puedas!. Seguiré persiguiendo mis pequeños sueños, y seguiré reconectándome con todo aquello que me haga feliz, porque eso fue exactamente lo que hice en este viaje y la pasé fenomenal.



PD:
Si alguien necesita que le haga itinerarios de viajes respondiendo a su personalidad, o si necesitan tips o datos sobre los lugares que visité, o cómo saqué mi ESTA, o cualquier otra duda referente al viaje, ¡no duden en contactarme!

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